Este libro recorre la historia del derecho penal en México desde una perspectiva feminista, insertándose de manera magistral en una tradición
de pensamiento y análisis que tiene ahora casi medio siglo de vida y a
la que, sin embargo, no le resulta fácil ser conocida y reconocida en los
círculos académicos y entre las y los juristas en general. La razón es obvia:
esta tradición afirma su parcialidad y politización. Y, por lo tanto, es una
crítica a los estudios mainstream que, bajo la apariencia de neutralidad e
imparcialidad a la que aspira la ciencia —también la jurídica—, esconden en
realidad el punto de vista de un sujeto situado y su connotación masculina.
Una vasta literatura demuestra que el sujeto estándar del derecho y de los
derechos modernos (occidentales) —supuestamente neutros, abstractos y
autónomos— está basado en la experiencia de los hombres blancos, adultos
y propietarios.