Los feminismos han desafiado a los poderes establecidos y estos han desencadenado una triple contraofensiva: eclesial, económica y militar, que tiene uno de sus anclajes en la denuncia de la «ideología de género». Una de las operaciones relacionadas es asociar la «ideología de género» al colonialismo. Otra consiste en infantilizar el feminismo como política trivial, de clase media, frente a la urgencia popular del hambre.