Las mujeres que viven en economías afectadas por la guerra y contextos de recuperación posbélica merecen respuestas más efectivas ante la violencia de género. Esto solo puede lograrse reformulando nuestra manera de pensar sobre la guerra y el conflicto. Debemos reconocer la necesidad de un marco de análisis de economía política que tenga en cuenta todas las desigualdades estructurales.